También ocurrieron otros cambios. Los castrati desaparecieron y por tanto los adquirieron roles más heroicos, y los coros se tornaron más importantes. A finales del período romántico, el tenores verismo se popularizó en Italia, retratando en la ópera escenas realistas, más que históricas o mitológicas. En Francia la tendencia también se acogió, y quedaron ejemplos populares como de Carmen Bizet.
Muchos compositores del romanticismo, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, escribieron música nacionalista, que tenía alguna conexión particular con su país. Esto se manifestó de varias maneras. Los temas de las óperas de Mikhai Glimba, por ejemplo, son específicamente rusos, mientras que otros utilizaron ritmos y temas de las danzas y canciones populares checas. A finales del siglo XIX, Jean Sibelius escribió Kullervo, música basada en la épica finlandesa y su pieza Finlandia se convirtió en un símbolo del nacionalismo finés.
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