jueves, 4 de junio de 2009

La músicadel siglo XIX


La música del siglo XIX

La música del siglo XIX tiene mucho que ver con el romanticismo. Autores muy conocidos de este periodo son: Donizetti, Rossini, Bellini o Verdi, entre otros. Destaca el ballet romántico, la sonata clásica y el concierto clásico. Además, aparece la opereta y se da la evolución del melodrama italiano, a partir de la segunda mitad del siglo.
Destaca el ballet romántico, la sonata clásica y el concierto clásico. Además, aparece la opereta.
En 1786, en Alemania, nace el compositor Carlo María Von Weber. Gracias a él comenzará la ópera romántica en dicho país. En la misma época aparecen otros dos grandes creadores. Éstos son: Spöhr y Marschmer. De este modo, en el siglo XIX se dará un gran paso en cuanto a la ópera y resurgirán los mejores compositores musicales con sus magníficas obras.
El nuevo desarrollo del melodrama italiano contará con varios precursores. Los primeros fueron: Luigi Cherubini y Gáspare Spontini, que se ubican entre dos siglos. El florentino Cherubini, admirado por Napoleón, escribió su obra magna: "Las dos Jornadas". Se trata de una creación idealizada por los franceses, ya que habla de la libertad. El italiano, nacido en Iesi, Spontini realizó su obra maestra: "La Vestale", que se estrenó en París en 1807. Luego, Rossini, Bellini y Donizetti se convertirán en genios musicales del siglo y serán iniciadores del Bel Canto italiano.

Por otro lado, destacó Amilcare Ponchielli con su gran obra "La Gioconda". Al ser catedrático del Conservatorio de Milán impartió todo su arte a sus alumnos y varios de éstos llegarán a ser los creadores del movimiento verista italiano. El verismo italiano nació a finales del siglo XIX y las composiciones operísticas más relevantes de este género acabaron con la muerte del último de los más grandes del melodrama italiano en 1950. Se trata de Francesco Cilea, un líder indiscutible de dicho género. Sin duda alguna, la ópera verista italiana tenía sus orígenes en las orientaciones de un género operístico francés anterior, que se situaba entre dos polos: la ópera "Carmen" de Bizet y "La Manon" de Massenet. Se trataba de implantar la tendencia en el ámbito del melodrama. Tales formas habían sido empleadas ya en su día por maestros como Verdi y Ponchielli, en sus creaciones más progresistas. También por Massenet, sobre todo en los momentos de gran pasión.

Giacomo Puccini, nacido en Lucca el 1858, apareció en el panorama musical italiano en una época difícil para triunfar, ya que reinaban dos monstruos de la música: Verdi y Wagner. Al final triunfará con obras como "Manon Lescaut" o "Madama Butterfly". Entre sus colegas del grupo romántico realista destacaba por ser el sucesor de la hegemonía de los autores italianos del XVIII y XIX como Rossini, Bellini o Verdi.

En el siglo XIX están de moda las sonatas. Éstas son composiciones musicales para uno o más instrumentos. El término se refiere a la estructura musical de los primeros movimientos de las sonatas y de los géneros relacionados con ella en los siglos XVIII y XIX. No obstante, desde la segunda mitad del siglo XVIII el nombre sonata ha sido empleado normalmente para las obras de tres o cuatro movimientos para uno o dos instrumentos. Éste es el caso de las sonatas para piano (solista) o las de violín (para violín con un instrumento de teclado).
Verdi
A lo largo del siglo XIX la tradición de la sonata clásica estuvo en manos de grandes compositores austriacos y alemanes del romanticismo. Éstos son: Franz Schubert, Robert Schumann y Johannes Brahms, entre otros. No obstante, compositores como Frédéric Chopin, demostraban un don para las piezas cortas. Al escribir sonatas solían dejar de lado las relaciones musicales a gran escala y escribían movimientos diferenciados. Creadores como el pianista húngaro Franz Liszt no tuvieron en cuenta gran parte del esquema tradicional. Así, su "Sonata en si menor" es una creación larga en un movimiento. Es algo parecido al planteamiento del poema sinfónico.

El concierto clásico también es relevante en esta época. En la segunda mitad del siglo XVIII hubo un cambio musical que dio paso al clasicismo. Nació un derivado francés de nombre sinfonía concertante. Pero el concerto grosso dejó de tener importancia y ello favoreció el auge de la sinfonía, que mantuvo casi todas sus características. Sin embargo, el concierto para solista persistió como vehículo del virtuosismo, algo importante para los compositores que eran intérpretes de sus creaciones. De forma gradual, el piano fue substituyendo al violín como instrumento solista. Así, éste fue el instrumento favorito de Wolfgang Amadeus Mozart, que realizó los conciertos más relevantes de finales del siglo XVIII. A principios del siglo XIX, concretamente de 1801 a 1811 los conciertos para piano de Ludwig van Beethoven consagraron dicha tendencia de forma definitiva.

Las operetas del siglo XIX tenían algunas características propias de la época. De hecho, éstas tienen rasgos peculiares según si se dirigen al público de Viena o París. Y es que en estas dos urbes el género tuvo una importancia descomunal. De este modo, en París, las obras de Offenbach se distinguían por tener una capacidad especial para la parodia de los grandes tópicos de la música seria. Éste es el caso de su primer gran éxito, que llevaba por título: "Orfeo en los infiernos" (1857). También señalaremos la humorística "La bella Helena" (1864). En el caso de Viena, allí reinaba el genial Johann Strauss debido a la gran repercusión de "El murciélago" (1874) y "El barón gitano" (1885). Además, iba adquiriendo protagonismo el sentimentalismo y el romanticismo. Ello se consolidaría en la segunda generación de autores de operetas (entre el siglo XIX y el XX). De éstos un líder indiscutible va a ser el músico de origen húngaro: Franz Lehár (1870-1948).

Fran Lehar

Pero el siglo XIX es también la época del ballet romántico. Éste plasma el culto de la bailarina y la contraposición entre el mundo carnal y el espiritual. Ello es llevado a cabo de forma magistral en obras como: "Giselle" (1841), "Swan Lake" (1895) y "Cascanueces" (1892). El romanticismo de los primeros años del siglo XIX le otorgó al ballet la idea de elevación e ingravidez y ello llevó a inventar algo tan conocido actualmente, como son las zapatillas de punta. Los personajes típicos femeninos serán idealizados, mientras que los temas se centrarán en amores desgraciados, situaciones mágicas y ultraterrenas, etc. Le debemos al siglo XIX haber dado lugar a las creaciones de ballet que perduran y son vigentes todavía hoy en día.

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